Pagar Impuestos: Una Perspectiva Cristiana y Bíblica
Este es el decimocuarto de una serie sobre Cómo Iniciar una Empresa de Misión Empresarial.
Recientemente hablé con un hermano colombiano y me comentó que en su ciudad muchas empresas simplemente no pagan sus impuestos (ni otras obligaciones legales como la Seguridad Social). Él estaba comprometido a hacer las cosas correctamente y de una manera que honre al Señor, pero reconoció que eso afectaba las ganancias de su negocio. Entonces, ¿cuál es la postura cristiana sobre esto? ¿Podemos evadir impuestos? ¿Debemos quejarnos por ellos? Vamos a profundizar en lo que dice la Biblia y en cómo debemos manejar esta parte de la vida con fe, integridad y tal vez un toque de humor.
Jesús y los Impuestos: El Dilema de la Moneda
¿Recuerdas esa historia en la Biblia donde algunos líderes religiosos intentaron atrapar a Jesús con una pregunta difícil? Le preguntaron si era correcto pagar impuestos a César. Pensaban que tenían a Jesús entre la espada y la pared. Si decía “sí”, la multitud que odiaba a los romanos se enfadaría. Si decía “no”, las autoridades romanas tendrían una razón para arrestarlo. Pero Jesús cambió las reglas del juego. Pidió una moneda y señaló la cara de César en ella. Luego dijo la famosa frase: “Den, pues, al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios” (Mateo 22:21).
¿Qué significa esto para nosotros? Bueno, Jesús reconoció la legitimidad de pagar impuestos, incluso a un gobierno corrupto. No dijo: “Den a César, pero solo si están de acuerdo con cómo gasta el dinero”. La implicación es clara: pagar impuestos es parte de vivir en sociedad, y tenemos la responsabilidad de cumplir con esa obligación, incluso cuando es inconveniente o no nos gusta a dónde va el dinero.
La Opinión de Pablo: Más Que un Simple Vuelco de Moneda
Pablo refuerza este punto en Romanos 13:1-7. Nos dice que toda autoridad es establecida por Dios, y por eso les debemos respeto, honor y—lo adivinaste—impuestos. Pablo no está hablando de un gobierno perfecto o siempre justo; está hablando del Imperio Romano, que en ese tiempo no era amigo de los cristianos. Aun así, insiste en que debemos pagar lo que debemos.
Pablo va más allá y explica que las autoridades gubernamentales son “siervos de Dios, agentes de castigo para el malhechor”. Es un recordatorio de que, idealmente, el trabajo del gobierno es mantener el orden, castigar el mal y promover el bien. Ahora, sabemos que los gobiernos están lejos del estándar de Dios. A veces no aciertan ni por casualidad. Pero eso no cancela nuestra responsabilidad de hacer nuestra parte.
El Corazón Detrás del Pago
Hagamos una pausa y pensemos por qué a Dios le importa que paguemos impuestos. No es que Él esté preocupado por que los gobiernos se queden sin dinero. Se trata de nuestros corazones y nuestro testimonio. Estamos llamados a vivir de una manera que honre a Dios y refleje los valores de Su reino. Cuando pagamos impuestos, aunque duela, estamos eligiendo vivir con honestidad y honrar el sistema que, aunque defectuoso, provee caminos, escuelas, seguridad y un marco para la sociedad.
Además, pagar impuestos nos enseña algo sobre la sumisión y la confianza. Es fácil decir, “Dios, confío en Ti”, pero es otra cosa cuando esa confianza implica entregar dinero que preferiríamos quedarnos. Se trata de soltar el control y creer que Dios está a cargo, sin importar lo que diga la factura de impuestos.
Quejarse vs. Gratitud: Revisión de la Actitud
¿Te has encontrado alguna vez quejándote de los impuestos? (Yo me declaro culpable). Es una queja común, pero Filipenses 2:14 nos desafía a “hacer todo sin murmuraciones ni discusiones”. Todo. Eso incluye la temporada de impuestos. ¡Auch!
En lugar de quejarnos, ¿qué tal si nos acercamos a los impuestos con gratitud? Lo sé, lo sé, suena loco. Pero piénsalo: los impuestos son una señal de que tienes ingresos. ¡Eso es una bendición! También son una señal de que vivimos en una sociedad estructurada donde las cosas generalmente funcionan (la mayor parte del tiempo). Tenemos servicios de emergencia, agua potable y parques públicos. Claro, no todo dólar se gasta sabiamente, pero hay muchas cosas que sí se hacen bien. Cambiar la queja por gratitud no hará que la factura desaparezca, pero puede transformar la experiencia.
Integridad Sobre los Vacíos Legales
Vamos a ser prácticos. ¿Qué pasa con encontrar formas de pagar menos? ¿Es malo usar deducciones fiscales, créditos o incluso vacíos legales? Aquí es donde se pone interesante: no hay nada intrínsecamente malo en ser inteligente con tus impuestos. Jesús dijo que debemos ser “astutos como serpientes y sencillos como palomas” (Mateo 10:16). Usa las deducciones a las que tienes derecho legalmente. Planifica con anticipación. Sé sabio con tus finanzas. Asegúrate de llevar buenos registros y tener un solo conjunto de libros. Pero recuerda, hay una línea entre la sabiduría y la deshonestidad.
Hacer trampa en tus impuestos, ocultar ingresos o tomar atajos no solo es romper la ley—es comprometer tu integridad. Y la integridad es un gran tema en la Biblia. Proverbios 10:9 dice: “El que camina en integridad, anda confiado; mas el que pervierte sus caminos será descubierto”. Es tentador pensar, “Bueno, el gobierno no va a extrañar esta pequeña parte”, pero nuestro llamado es a estándares más altos porque servimos a un Rey más alto.
Cuando el Gobierno Malgasta
Ahora, aquí hay una difícil: ¿qué pasa si el gobierno está usando el dinero de los impuestos para cosas con las que estás en desacuerdo, cosas que van en contra de tus valores o incluso de tu fe? Aquí es donde muchos de nosotros nos quedamos atascados, y es comprensible. Pero volvamos a Jesús y Pablo. No estaban pagando impuestos a gobiernos justos. El Imperio Romano era brutal, corrupto y, a menudo, completamente malvado. Aun así, pagaron sus deudas. ¿Por qué?
Porque nuestra confianza no está en el gobierno. Está en Dios. Nosotros hacemos nuestra parte en obediencia y dejamos el resto en Sus manos. Eso no significa que no debamos abogar por el cambio o ser buenos administradores de nuestra influencia. Por todos los medios, vota, alza la voz y trabaja por un sistema mejor. Pero no dejes que las fallas del gobierno sean una excusa para comprometer tu propia integridad.
Francis Schaeffer escribió mucho sobre este tema e hizo algunas declaraciones muy desafiantes, especialmente a la luz de los gobiernos que usan el dinero de los impuestos para actividades inmorales como el aborto. Te animo a leer “¿Cómo Debemos Entonces Vivir?” para aprender más sobre sus puntos y tu respuesta a ellos.
Reflexión Final: Confiando en la Economía de Dios
Al final del día, pagar impuestos es un recordatorio de que somos parte de algo más grande que nosotros mismos. Es un recordatorio de que nuestra verdadera ciudadanía está en el cielo (Filipenses 3:20), y todo lo que hacemos aquí debe apuntar a esa realidad. Pagar impuestos no es solo un deber cívico—es un acto espiritual de sumisión, confianza e integridad.
Así que la próxima vez que enfrentes esa factura de impuestos, respira hondo, di una oración y escribe ese cheque (o haz clic en ese botón) con un corazón obediente. Recuerda, Dios ve cada centavo y conoce tus necesidades. Confía en Él. Después de todo, Él es el proveedor supremo, y Su economía nunca se agota.
Paguemos lo que debemos, vivamos con integridad y mantengamos la vista en el premio eterno. Porque en el reino de Dios, incluso pagar impuestos puede ser un acto de adoración.
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